lunes, 19 de agosto de 2013

20/08/13 - Le tengo miedo a la Universidad.

Sé que me faltan aún dos años para poder entrar, pero ya me tiene preocupada e intrigada a la vez. Hablo de la Universidad. Ese lugar donde ya todos somos mayores, donde vas a definir el resto de tu vida; donde las clases dejan de ser de 25 personas para convertirse en medio país dentro de un salón (en un país de 3 millones de habitantes no es una metáfora del todo exagerada...); en fin, ESE lugar.

Desde hace aproximadamente un año y medio tengo definido lo que quiero para mi vida; Ingeniería en Computación.
Digamos que, aunque recién el año próximo puedo empeza a cursar lo que será mi vida futura al elegir la orientación de mi Bachillerato, desde pequeña comencé a barajar posibilidades.
Cuando estaba en la primaria (primeros años) quería ser cosas como veterinaria o maestra (La niña que de chica no quiso ser maestra que tire la primera piedra). Luego, al crecer un poco más, decidí que lo mío iba a ser la Medicina Forense. A mi familia no le gustó demasiado mi decisión, pero no me obligaron a cambiar de idea.

Ya cuando alcancé el segundo año de secundaria, mi ideal de la medicina forense estaba ahogado en algún mar. No soporto demasiado las secreciones corporales que no sean propias (y a veces, ni siquiera propias). Es decir, me asquean el sudor, la sangre, el pus (entre otros) que no sean míos.¡Imaginate hacer autopsias, cortar gente muerta en vaya-uno-a-saber qué condiciones, etc! ¡Horrible!

Pero no me detuve ahí. Decidí quedarme en la rama de la medicina; más específicamente, Neurología. Y el programa de Biología de segundo año de secundaria alimentó más mi pasión... hasta el verano; cuando mi prima (recibida de Escribana de la Facultad de Derecho de la UDELAR) me comentó que la cantina de la Facultad de Medicina está al lado de la morgue. Además, como ya dije, no puedo ver secreciones corporales ajenas. Y ni que hablar de tener que pasar por todas las especialidades antes de poderme recibir de médico general. No contemos tampoco que son 7 años de carrera para Medicina General, y que en este país, ser médico no te garantiza ni trabajo ni buen salario (no es lo que más me interesa, pero en un mundo consumista y que te juzga y prejuzga por tus ingresos, eso cuenta y bastante).

Pero para cuando comencé el tercer año de secundaria, ya tenía una idea de lo que quería, de lo que me gustaba y para lo que era buena: las computadoras. Entonces, con sugerencia de mamá, me decidí por la Ingeniería en Computación; un campo de trabajo amplísimo, que está en constante cambio y que a esta altura, es muy difícil que desaparezca de un día para el otro. 

Sí, sé que las Ingenierías, usualmente, están catalogadas como "Trabajos de Hombre" (y las facultades de Ingeniería están plagadas de hombres), pero es lo que realmente me gusta y a lo que me quiero dedicar en mi vida.

Pero ¿por qué me da miedo la Universidad? Supongo que porque le tengo un poco de miedo al cambio. Y lo mismo dije cuando, este año, me tocó cambiarme de un edificio a otro (cuando finalicé mi tercer año, para seguir en Bachillerato tenía que cambiarme de edificio). Pero no fue el mismo cambio; y se dio mejor de lo que esperaba.
Sí, me muero de ganas de terminar Bachillerato y entrar a la Facultad, pero a la vez pienso en que no voy a poder seguir los cursos, en que me voy a llevar materias, en que no voy a estar acostumbrada a estudiar, en que no voy a poder sacar apuntes tan rápido como me gustaría, a que voy a tener que dejar muchísimas cosas y a muchísima gente de lado durante esos 5 años de mi carrera; y temo no poder. 

Esos 5 años sé que son los que definen mi futuro, y aunque aún me queden dos de bachillerato, la idea de separarme de mis amigos, de tener que estudiar para rendir una vez cada semana (o peor), de tener que anotarme en cada materia antes de quedarme sin cupos, entre otras cosas que he leído por ahí, me aterra y me dan ganas de quedarme en secundaria para siempre. Sé que no puedo y que debo ser alguien en la vida, pero no me agrada demasiado la idea del cambio de la secundaria a la Facultad. 

Espero que este miedo pase pronto y  no perdure hasta que termine sexto año. Juro que no sé lo que haría si sigo aterrada antes de entrar a la Facultad. Me daría un ataque de pánico, seguro. Cuando sea el momento preguntaré a gente que ya esté estudiando o se haya recibido; supongo que lo otro lo iré aprendiendo a medida que pasen mis días.

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